Tozeur

Tozeur es la capital de la región y se encuentra entre el Chott El Djerid y el de Gharsa. Es uno de los oasis más conocidos por sus magníficos palmerales con 200.000 árboles y 325.000 palmeras que ocupan más de 1.000 hectáreas que ofrecen unos deliciosos dátiles denominados "Deglet en Nour', conocidos popularmente como 'dedos de luz' y por su peculiar y ancestral sistema de regadío compuesto por 200 manantiales que se unen en el Ras el Aiun, de aguas calientes.


En la ciudad destacan las viviendas construidas con adobe, ladrillos sin cocer, decoradas con diseños geométricos y paseos abovedados ideales para pasear en la penumbra y huir del sol.


El paseo puede continuar por la Medina, con calles oscuras y barrios tradicionales del siglo XIV bien conservados con fachadas de ladrillos amarillos formando atractivos diseños geométricos.


En este recorrido hallaremos la Zauia de Sidi Bu Aissa sede del Museo de Artes y Tradiciones Populares, donde se exhiben numerosos objetos, trajes tradicionales, aldabas de puertas con distintos y peculiares sonidos y utensilios de la vida cotidiana como el arcón en que la novia guardaba el ajuar, cerámicas y manuscritos en donde se puede leer el horario de la distribución del agua en el oasis en el siglo XIII.


Cercana se encuentra la Medersa de Sidi Abdallah Bu Said o "Del Buey" y un poco más allá aparece el Museo de Arte y Tradiciones Islámica 'Dar Cherat', ubicado en un hermoso palacio con un patio en el que se abren las distintas salas en donde se pueden contemplar maravillosas joyas, armas, cristal tallado en objetos para distintos usos, pinturas sobre cristal, cerámicas, esmaltes y la sala dedicada a los Beys con su pieza cumbre, un maravilloso reloj de diamantes.






Fuera de la Medina merecen una visita la Mezquita de Sidi Muldi y el Zoo de Si Tijani que reúne diversas especies propias del desierto como leones, mandriles, camellos, gacelas, hienas, pavos reales, víboras, zorros del desierto, jabalíes, o escorpiones.


Alrededores de TozeurEn los alrededores vale la pena realizar un paseo por el oasis hasta Bled el Hader, donde se encuentra la Gran Mezquita del siglo XI con decorados hispano-magrebís y la Tumba de Ibn Chabbat que fue el constructor de la mayoría de las canalizaciones del regadío del oasis.
El paseo debe continuar hasta Belvedere, una pequeña colina donde brotan múltiples fuentes y desde donde se obtienen excelentes vistas de la zona incluyendo las doradas dunas del Sáhara; el Oasis El Oudiane con 220.000 palmeras y el Hamman del Jerid con 110.000 palmeras y seis fuentes termales de aguas calientes.




Tozeur, con miles de palmeras, es el oasis de Túnez por excelencia. Un día en Tozeur y uno se extraña de la calma que contagia la ciudad.

Dos días y uno se acostumbra a andar despacio.

Tres días y uno acaba definitivamente siendo devorado por esa simpática pereza qe te deja aplatanado, sin ganas de hacer gran cosa, pero con una sonrisa cansina de bienestar.

Rodeada por dos mares de sal gigantes, y su palmeral gigantesco donde se puede pasear horas y horas. Más allá de las palmeras, el Chott el Djerid, un lago enorme de sal donde no es dificil vislumbrar espejismos. Más allá del mar de sal, el Sahara, infinito y colosal.

El turismo en Tozeur ha llegado, pero al menos en Noviembre esto aparece vacío y sin demasiados tunecinos por la labor.


Hay una calle turística con los típicos tenderetes donde no atosigan demasiado y unos cuantos mega hoteles vacíos que andarán llenos en verano.


En Noviembre poco turista se contempla y los locales parecen descansar y disfrutar del dinero recogido la temporada pasada.

Así que la situación es fenomenal para disfrutar de un verdadero oasis sahariano.

La mayoría de mega hoteles turísticos están alejados del pueblo. Es ahí donde os alojareis si vais en grupo organizado.

Si vas por tu cuenta conviene que te quedes por la zona del pueblo. El hotel Nifer, cerca de la estación de autobuses, tiene dobles con ducha por 12 dinares, nada mal.

Tomarse un cafetito en una terraza en Tozeur y ver la vida pasar. Es algo que no requiere demasiado esfuerzo y uno no se aburre de las cosas que suceden a su alrededor.

Unos tunecinos intentan convencer a una pareja francesa que si riegan una rosa del desierto esta crecerá como una bella flor. Un carro arrastrado por un burro lleva a una docena de niños al colegio mientras a tu lado un grupo de locales se despierta con su café, su periódico y dándole a la chicha.

Todo sucede a ritmo cansino y el café se termina demasiado pronto, pero uno no tiene ganas de levantarse y deja ir la vista para contemplar lo que sucede a su alrededor.


El chico que en principio parecía ser el camarero ahora se encuentra en la tienda de enfrente tratando de venderle unos mosaicos a una familia inglesa. Una tunecina bien hermosa ocupa tus ojos y tu atención unos segundos y cuando vuelves la mirada a la tienda, el vendedor vuelve a ser de nuevo camarero y la familia inglesa lleva un nuevo mosaico bajo el brazo.



Te preguntas si aquí hay propiedad privada o es todo un circo amenizado, perfectamente intrincado y maniobrado para que el dinero brote sin demasiado esfuerzo y, a su vez, te preguntas cuánto habrán pagado por aquel pobre mosaico que bien podría estar expuesto en un todo a cien chino en la esquina de casa.



Hoy me he acordado de Tozeur,
de la sal de Chott El Jerid ,
de tu cuerpo vibrando.


Tu mano tan liviana y cálida
como el viento del palmeral
y me he acordado de Tozeur.



De las filigranas de la cerámica
ascendiendo como enredaderas geometricas
hasta le techo del baño,
de tu coño abultado y hambriento
del olor a almizcle.




He vuelto a follarte con la parsimonia
de aquel atardecer rojo,
masticando el datil que de tu boca robe,
partiendonos en trocitos
y recomponiendonos para volvernos a partir.



Hoy he recordado Tozeur,
tu mano pintada de negra gena
garabateando arabescos en mi piel
hasta marearme, hasta perderte, hasta perdernos.







Aquella bañera de marmol
tan inmensa como el desierto
por el que viajabamos
fue el territorio donde nos matamos,
donde supimos hasta donde llegaríamos,
donde asaltamos cada rincón del otro.




He recordado tu cuerpo moreno y esculpido,
el sabor a salitre de tu piel caliente.
Las gotas de agua que recorrían
tus muslos, su velocidad al caer, el rastro humedo en tu piel.



He vuelto a aspirar relajadamente de la pipa
el humo mientras con mi mano torneaba tus pezones,
a darte de mi boca el licor fuerte de palmera,
a vestirte con la túnica azul que te compre en el zoco.







Creo que nunca me he marchado de Tozeur

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermosa página!!!!! Me tiene fascinada..... Me voy el jueves a Tunez y es la mejor y más bella información que he encontrado acerca de este maravilloso país que me está esperando.....

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