Cartago

Cartago es lo que uno llega a imaginar con su propia inventiva. Uno va uniendo metafóricamente las miles y miles de piedras que se amontonan por los suelos y va creando columnas, anfiteatros, un gigantesco puerto romano e incluso, si me apuran, las guerras púnicas al completo si es que la imaginación llega a semejante logro. Este lugar fue el enclave más importante del mediterráneo en su tiempo.

A un par de paradas de metro, uno se desquita de la arenosa polvareda del recinto y se adentra en la bonita y turística ciudad de Sidi Bu Said.

Una pequeña mezcla cordobesa (por el jazmín) y de la isla de Santorini (por sus casitas blancas de techo y ventanas azules). Se relajan las piernas en un espléndido atardecer en uno de sus terrazas con vistas al mar.

A la vuelta, cena y cama. No hay piernas para más. Además a las mujeres, aunque parezcan liberales, las "encierran" a eso de las siete, y ya sólo se ven hombres por los bares y las calles.

Dormiras con este sueño reviviendo su historia y así, esta colonia que fué la más importante de cuantas los fenicios establecieron en el mundo entonces conocido fue Cartago, te ayudará a encontrar el sueño reparador, para abrir los ojos de nuevo al día siguiente y meterte en el corazón a estos lugares y sus gentes... Intenta despejar lo desarrollado y moderno, para calar y oler lo apartado, al pueblo de siempre...

Esta ciudad, al caer Tiro en poder de los asirios (574), heredó de los fenicios su genio comercial y su destino histórico.

La ciudad de Cartago estaba situada en el extremo Nordeste del Magreb, en el golfo mediterráneo de Túnez, en la costa oriental de la península que limita al Norte con la laguna SebKha-er-Ruan y al sur, con el lago Túnez.

La situación geográfica de Cartago era inmejorable: elevabas en el extremo de un promontorio que se avanza entre la cuenca oriental y occidental del mediterráneo, dominando las dos partes de este mar, en el lugar donde la costa africana está más cerca de Europa. Esta situación era muy ventajosa para el comercio y el dominio político. Cartago supo aprovecharse de esta situación privilegiada.

Según la leyenda, Cartago fue fundada en el siglo IX (810 a. de C.), por una reina de Tiro, Elisa o Dido, hija del rey Muto y hermana de Pigmalión que sucedió en el trono a su padre. Muy joven aún, se caso con Siqueo, sacerdote de Melkart, quien Pigmalión mandó a asesinar para apoderarse de sus inmensas riquezas. Elisa tramó una conspiración y descubierta esta, pudo huir. Apoderóse de la flota Tiria que estaba lista a hacerse al mar, en la que se embarcó con sus numerosos partidarios y sus ingentes tesoros.

Abordó en las playas de Africa. Jarbas, rey de las tribus vecinas rechazó al principio las ofertas de los fugitivos; pero, al fin, les concedió el espacio de tierra que ocupara la piel de un toro.

Cortóla Dido en delgadas tiras para que abarcara mayor extensión, con lo que obtuvo el territorio suficiente para construir una ciudadela, Birsa, que en adelante fue la acrópolis de Cartago. Jarbas, rey de los getulos, pidió la mano de la princesa, amenazándola si rehusaba, con matar a todos los tirios. Dido fingió consentir la demanda, pero el día de la boda, se arrojó a una inmensa pira y se mató de una puñalada. Así mantuvo la fidelidad jurada a su esposo Siqueo, muerto por Pigmalión. Esta la leyenda griega; existe otra que surgió en roma sobre este mismo asunto, después de las guerras púnicas, que vincula los orígenes de esta gran ciudad con la fundadora de Cartago. (Eneida, IV).


A partir de su fundación, Cartago se engrandeció más y más. En 574, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se apoderó de Tiro después de un sitio célebre y fenicia dependió dl imperio babilónico. Las familias aristocráticas y las casas comerciales de fenicia emigraron, en su mayoría a la floreciente ciudad de Cartago, aportando con ella su inteligencia, sus riquezas y sus tradiciones. Merced a estos emigrados, Cartago se desarrolló de una manera insospechada y con el tiempo, pudo ser la rival de Roma.

Los marinos cartagineses fueron dignos sucesores de los navegantes fenicios. Extendieron la soberanía de Cartago sobre las factorías y colonias fenicias del mediterráneo occidental fundando muchas más, afianzándose en todo el litoral de la cordillera del Atlas y en la parte meridional de España.

Las colonias cartaginesas comprendían un extenso territorio que abarcaba aproximadamente al actual estado de Tunecia. Además una serie de puertos, factorías y mercados, escalonados a lo largo de las costas africanas, en lugares estratégicos favorables para el comercio.
Tambien comprendían a las grandes islas del mediterráneo occidental : Córcega, Cerdeña, Baleares y una parte de Sicilia, isla que compartió con los griegos establecidos en el este de la misma.


Los cartagineses pasaron las columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar) y lanzaron sus barcos por el océano Atlántico, legando: por el norte hasta Gran Bretaña; por el sur hasta el Senegal.

En el interior del continente africano, sus caravanas llegaron a través del Sahara, hasta él sudan, beneficiándose con los intercambios comerciales realizados con los habitantes de este país.


Roma engrandecía, al mismo tiempo frente a Cartago. Muy pronto, esas dos poderosas repúblicas chocaron en sus intereses y dieron comienzo a las hostilidades. En las Guerras Púnicas, que duraron mas de un siglo (de 264 a 146), Cartago disputó a su rival el imperio del mundo.

Cuando Aníbal se puso al frente del ejercito, le faltó muy poco para conseguir el hundimiento del poder de Roma. En el año 140 antes de nuestra era, los romanos tomaron y destruyeron la ciudad de Cartago, desapareciendo de la superficie de la tierra los últimos restos de la dominación fenicia.

El gobierno de Cartago era semejante al romano:
Dos sufetas reelegibles y un senado que representaba la aristocracia.
Una asamblea popular, integrada por el elemento democrático.
El dinero lo podía todo en esta república de mercaderes. La defensa del estado estaba en manos de soldados mercenarios y las facciones políticas estaban constantemente en pugna entre sí.
La religión cartaginesa fue la misma en los fenicios.
Cartago fue un gran centro industrial: trabajaba los metales que extraía de la s mimas de España, Cerdeña y las islas de Elba; fabricaba tejidos de seda y de lana; instaló dentro de sus muros las grandes tintorerías que en otros tiempos fueron la gloria de Fenicia.
El comercio fue muy activo, a favor de los numerosos mercados que Cartago estableció en todo el mediterráneo occidental.
El único libro que conservamos de Literatura cartaginesa es el Periplo de Hannón, pero no está escrito en lengua púnica, sino en griego. Nos relata la exploración de las costas del Atlántico, desde la Inglaterra hasta el Golfo de guinea efectuada por Hannón (460). Es un diario de navegación.
Los cartagineses no tuvieron arte propio: los objetos que de ellos se han hallado delatan un arte influido por el de los pueblos con los que estuvieron en contacto. Sobresalieron como los fenicios, en las artes del vidrio.






A 18 kilómetros de Túnez, fue la capital del Imperio Cartaginés y principal puerto marítimo del Mediterráneo en aquella época. Fundada en el año 814, este enclave ha sido destruido varias veces a lo largo de su historia. Ciudad natal de San Agustín y Aníbal hoy es un barrio residencial y los restos que hablan de su antigua grandeza se encuentran dispersos por toda la zona y ha sido declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO que dirige los estudios en esta ciudad.

La visita puede comenzar en el Santuario de Tanit y de Ball Hammon o El Tofet. En la antigüedad fue un magnífico centro de culto a los dioses fenicios en el que se sacrificaban a los primogénitos de la nobleza y se han encontrado restos de más de 70.000 niños enterrados en este lugar. Sólo se puede ver una parcela de este cementerio ya que el resto todavía se encuentra bajo tierra o bajo los edificios del moderno barrio.

Más adelante, en dirección al mar, se encuentran los Puertos Púnicos, dos lagunas en cuyo fondo aún se puede apreciar esplendor y en la península que los separa, desde 1961, se levanta el Museo Oceanográfico con una interesante colección de barcos antiguos y modernos, artes de pesca de todos los tiempos de este país, una muestra de pájaros y peces disecados y un pequeño acuario. Horario: de 14.00 a 17.00 h. Los domingos de 10.00 a 12.00 y de 14.00 a 17.00 h. Cerrado los lunes.Las ruinas del Anfiteatro todavía permiten imaginar la grandeza de lo que fue el Coliseo más grande de África con un aforo para 36.000 personas.

El Teatro fue construido en el siglo II en tiempos de Adriano con una capacidad para 5.000 personas y en la actualidad se celebra en él el Festival Internacional de Cartago. El Museo Nacional de Cartago exhibe una rica colección de los hallazgos encontrados entre las ruinas: mosaicos, las excelentes victorias aladas romanas, lámparas funerarias romanas, objetos de uso doméstico, sarcófagos, joyas, amuletos, etc. de los períodos cartaginés, romano y bizantino. Horario: de 07.00 a 19.00 h en verano y de 08.00 a 17.00 h en invierno.

Junto al Museo se encuentra la Catedral de San Luis dedicada a San Luis, muerto en estos territorios en el siglo XVIII durante la Séptima Cruzada.En la Colina de Byrsa se encuentran yacimientos arqueológicos de la antigua Cartago y desde ahí se obtiene una vista hermosa del Golfo de Túnez. Siguiendo hacia el norte, se llega a las Termas de Antonino, las más significativas de la zona. Actualmente sólo se conserva la parte inferior y los sótanos, pero fueron las más importantes de la época cuando el agua se traía por un acueducto desde los montes Zaguán.

Estas termas acogen en la actualidad un verdadero museo ya que en ellas se pueden contemplar interesantes restos romanos como la calzada, estelas púnicas, arquetas romanas, una capilla funeraria del siglo VII, mosaicos. En la parte más alta de la colina se encuentra una necrópolis púnica y en la parte posterior, la Basílica de Douimes, donde destaca el baptisterio. No olvide visitar los restos de la Basílica de San Cipriano, Casas Romanas, restos de un barrio romano construido sobre un cementerio púnico en el que destaca al reconstrucción de una casa romana convertida en el Museo la Pajarera, el Odeón construido en el 205 por orden de Séptimo Severo y los de la Basílica de Damus el Karita.

También son de interés los restos del Circo romano con una capacidad para 200.000 personas, las Cisternas de Malga que cuentan con 15 construcciones que contenían el agua y que la recogían de un antiguo acueducto del siglo I y el Barrio de Magón, el más moderno de los enclaves arqueológicos con edificios de los siglos VIII y VII a.C

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