Túnez goza de una situación privilegiada que ha determinado que desde la antigüedad sea punto de encuentro de numerosas civilizaciones mediterráneas.
Sin datos concretos se cree que, al igual que en el resto del Africa septentrional, Túnez debió ser colonizada por los primeros hombres hace aproximadamente un millón de años. Sin embargo sus primeros restos conocidos pertenecen al Paleolítico Inferior de donde nos han llegado los bifaces de Gafsa.
En estos tiempos el clima de Túnez era más parecido al del Africa Ecuatorial con grandes periodos de calor y abundantes precipitaciones y un paisaje de sabanas en el que habitaba una fauna parecida a la de Kenia en la actualidad, con búfalos, elefantes, leones e hipopótamos, entre otros animales.
Con las glaciaciones europeas en el Paleolítico Medio, el clima del país se vuelve más suave y son abundantes los bosques que sustituyeron a las sabanas. Durante este periodo se desarrolla el Ateriense, la primera civilización prehistórica del Magreb y del Sáhara. Luego aparece un regionalismo en las civilizaciones prehistóricas con culturas epepeleolíticas como el iberomauritánico, de tipo Cro-Magñon, y el Capsiense, de tipo mediterráneo. Ambas son culturas completamente distintas y se reparten el Magreb durante aproximadamente los 10.000 años que preceden a la era cristiana.
En tiempos posteriores, tres milenios antes de Cristo, con la desecación del Sáhara, llegaron hombres de otros pueblos. De estos encuentros surge la cultura líbica o protolíbica, a quienes los romanos llamaban "barbarus", derivándose de aquí el término beréber, nombre tradicionalmente aplicado a la población de la parte noroeste de África entre el Mediterráneo.
Los fenicios, pueblo comerciante del Asia Menor, se establecieron en el África septentrional desde el siglo XII a.C. en modestas colonias, que funcionaban como campamentos de descanso en sus viajes a Gades, la actual Cádiz. La colonización se inicia con la fundación de Cartago en el año 814 a.C. por habitantes del reinado de Tiro, y en poco tiempo se convirtió en la capital de una república marítima que extendía sus redes comerciales por la España mediterránea y por Norteáfrica. Esta primacía provocó la rivalidad con Roma, dando inicio a las Guerras Púnicas, mantenidas entre Roma y Cartago por la posesión de Sicilia y las rutas comerciales.
En la primera de ellas, entre los años 264-241 a.C.. Cartago perdió las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega. La segunda Guerra Púnica, que se desarrolló entre los años 218-202 a.C., tiene su punto de partida en las localidades de Sagunto y Valencia, colonizadas por Aníbal. Este general, para adelantarse a los romanos, cruza los Pirineos y los Alpes saliendo victorioso en las ciudades de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas llegando hasta las puertas de Roma.
Los romanos enviaron a Escipión el Africano y Aníbal, que había vuelto de Italia, fue derrotado en Zama en el año 202 a.C.. Los contraataques dieron de nuevo la victoria a los romanos, gracias al apoyo de un jefe beréber llamado Masinissa, que era el rey de los Numidias y Cártago aceptó una paz humillante y perdió todas las colonias y parte de sus territorios africanos.
A mediados del siglo II a.C.. los cartagineses atacaron a los Numidias, que los acosaban constantemente, y Roma declaró lo que sería la tercera Guerra Púnica, que tuvo lugar entre los años 149-146 a.C., siendo una guerra corta y decisiva. Las legiones romanas sitiaron la ciudad de Cartago y después de una persistente resistencia, en el año 146 a.C.., la villa fue destruida definitivamente por Escipión Emiliano tras un escalofriante suicidio colectivo.
Cartago fue reconstruida más tarde llegando a ser capital de la provincia del África romana, la franja de Túnez cercana al mar. Los romanos otorgaron la libertad a las antiguas ciudades cartagineses para evitar conflictos con los Numidias a los que vencieron en Yugarta. Fue durante el dominio de Cesar cuando Cartago fue reconstruida después de anexionarse el resto del norte de África, brillando con resplandor desde el siglo I hasta el siglo VI. Entonces surgieron ciudades como Thugga, Thuburbo, Majus, Regia y Maktar.
La riqueza de la provincia no se debía al comercio, como en la época púnica, sino a la agricultura. Al igual que Egipto, la provincia se constituyó en el granero de Roma lo que hizo que Cartago llegara a ser la tercera ciudad en importancia del imperio, después de Roma y Alejandría.
Con la caída del Imperio Romano el territorio africano siguió las mismas vicisitudes y en el año 429 de nuestra era los vándalos asaltaron y tomaron Cartago.
Procedentes de Andalucía, los vándalos conducidos por Genserico conquistan la provincia romana de África. Sin embargo, después de la muerte de su líder en el año 447, sus seguidores fueron incapaces de proseguir sin él. Los vándalos que subsistían, fundamentalmente, gracias a la piratería y debido a la anarquía que reinaba entre ellos no consiguieron mantenerlo su supremacía, por lo que en el año 534, el emperador Justiniano, del Imperio Romano de Oriente o Bizantino, envía una armada al mando del general Belisario, poniéndose fin al caótico estado vándalo. Se creó, de nuevo, la provincia de África y los bizantinos consiguieron restablecer el orden y defender su territorio de los beréberes del sur y del oeste.
En el año 647 d.C. se inician las primeras incursiones de los árabes, que, a los 15 años de la muerte de Mahoma y movidos por las enseñanzas del Profeta, conquistan los territorios del norte de África venciendo a los bizantinos. Fue el califa Utman quien decide invadir los territorios, que rebautizados por los árabes se llamaron Gran Magreb e Ifriquiyah, la actual Túnez.
Los árabes se impusieron progresivamente y, después de la fundación de Kairuán en el año 670 y tras la toma de Cartago en el 698, se hicieron dueños absolutos del territorio. Sin embargo, los beréberes que se convirtieron al Islam lo hicieron desde la rama radical kharechita o jariyita, la cual defendía la igualdad de todos los musulmanes, provocando a lo largo del siglo VIII inacabables revueltas entre los extremistas del Islam y los sunnitas.
En el año 800, Ibrahimibn el Aghlab, fiel a los abbasíes, se impuso como mediador entre los beréberes, por lo que el califato de Bagdad le concedió el título de emir. El período aglabí trajo a lo largo de casi un siglo el bienestar, la calma y el florecimiento cultural al país. Sin embargo, los problemas de sucesión califal provocaron el nacimiento de diferentes sectas religiosas, entre las que se encontraban la de los fatimíes, al frente del Abu Abd-Allah, quienes en compañía de los beréberes Ketama conquistan Kairuán en el año 969. Con el tiempo se decide cambiar y se construye la ciudad de Mahdia, situada en la costa oriental tunecina.
Movidos por el ideal de construir un gran estado para destruir a los abbasíes deciden hacer incursiones en Egipto. Tras varios fracasos, consiguen en el año 939 triunfar y fundan la ciudad del Cairo, dejando a Túnez en manos de los ziríes beréberes.
En el año 1048 los ziríes intentan liberarse de la soberanía fatimí, y se produce la ruptura con Egipto. Sin embargo, el califa de El Cairo envía a los nómadas salteadores de Banu Hilal, que consiguen invadir el territorio Túnez en el año 1057.
Los Hilalíes devastaron por completo el país, sumiéndolo en la más absoluta de las anarquías. Al mismo tiempo los normandos ocupaban Sicilia y desembarcan, finalmente, en Túnez en el año 1148. Pero, los normandos fueron expulsados en el año 1159 por las tropas marroquíes almohades que ocupan el país. Se inicia un corto período de prosperidad que se ve interrumpido por el hijo de Abu Hafs, que a la muerte de su padre decide autoproclamarse emir, iniciando el período Hafsida.
En el período Hafsida reinó la paz en Ifriqiyah, el actual Túnez, durante 50 años. Todos los artistas, eruditos, artesanos y campesinos andaluces que habían huído de la España musulmana, contribuyeron decisivamente a ese período de prosperidad cultural y material. Sin embargo, poco a poco, las rivalidades y los levantamientos condujeron a la decadencia de los hafsíes.
En el período Hafsida reinó la paz en Ifriqiyah, el actual Túnez, durante 50 años. Todos los artistas, eruditos, artesanos y campesinos andaluces que habían huído de la España musulmana, contribuyeron decisivamente a ese período de prosperidad cultural y material. Sin embargo, poco a poco, las rivalidades y los levantamientos condujeron a la decadencia de los hafsíes.
Tras la reconquista de España y con la recuperación de Granada, el nuevo reino se lanza a la conquista del norte de África. En el año 1535 el rey Carlos V, reconquista Túnez y devuelve el poder al antiguo rey hafsida. Sin embargo en 1558, el griego Dragut ocupa la Isla de Djerba y la ciudad de Gafsa en nombre del sultán turco. Después de varias luchas los turcos y sus aliados berberiscos acaban con la dominación española y en el año 1574 Túnez es anexionada al Imperio Otomano.
Los turcos permanecieron como dueños del país hasta el año 1881. Bajo el dominio turco se produjo en 1705 la fundación de la dinastía de los huseinidos, que se prolongó hasta el año 1855.
La suerte de Túnez fue sellada desde el exterior, durante el Congreso de Berlín, en el año 1878, se dio autorización a Francia para conquistar Túnez.
La suerte de Túnez fue sellada desde el exterior, durante el Congreso de Berlín, en el año 1878, se dio autorización a Francia para conquistar Túnez.
El gobierno francés en 1881 y de acuerdo a su política imperialista convierte a la ciudad de Túnez en un protectorado suyo. El Bey continuó ostentando el trono, pero los franceses se hicieron cargo del gobierno. Las tierras pasaron a manos de los colonos franceses, aunque se respetó a los terratenientes tunecinos. Los campesinos fueron expulsados a tierras estériles o bien, pasaron a ser jornaleros en las propiedades francesas.
De la miseria social y material surgió, a comienzos del siglo XX, la resistencia y los movimientos independentistas dirigidos por la élite tunecina. En 1920 se fundó el Partido Liberal Constitucional Destour, cuyos dirigentes utilizaban un tono moderado frente a Francia. El abogado Habib Bourguiba, educado en Francia, rechaza la suave postura del Destour y el 2 de marzo de 1934 funda el partido Neo-desturiano, con tonos más agresivos por lo que, rápidamente, se convierte en un partido de masas.
Después de la II Guerra Mundial, Bourguiba presentó un plan de independencia escalonada, que fue rechazado por Francia. Sin embargo, después de varios movimientos populares, el 20 de marzo de 1956 se consigue la independencia de Túnez sin haber derramado ni una gota de sangre.
Después de la II Guerra Mundial, Bourguiba presentó un plan de independencia escalonada, que fue rechazado por Francia. Sin embargo, después de varios movimientos populares, el 20 de marzo de 1956 se consigue la independencia de Túnez sin haber derramado ni una gota de sangre.
Poco después, el Bey nombró a Bourguiba primer ministro y ese mismo año el país ingresó como miembro de pleno derecho en las Naciones Unidas. El 25 de julio de 1957, el parlamento destituyó al Bey y Túnez se convirtió en una República con Habib Bourguiba como presidente. Borguiba conducirá al país a la modernización reforzando su prestigio exterior.
El 13 de agosto de 1956 se promulga una de las reformas más revolucionarias de la legislación islámica, el Código del Estatuto Personal, que hace a la mujer tunecina jurídicamente igual al hombre. El 7 de noviembre de 1987, dado el precario estado de salud del presidente Habib Bourguiba pasa a ocupar la presidencia Zine el Abidine Ben Ali, quien emprende una política económica de inspiración liberal, modernizando a la vez las estructuras sociales y comprometiendo a su país en el pluralismo y la democracia política.
La actual Túnez está dividida en 23 gobiernos civiles, cada uno de ellos bajo la autoridad de un gobernador. La agricultura, la pesca y la transformación de los productos agrarios tienen una gran importancia en la economía tunecina. El 65 % de la población está implicada de alguna manera en estas actividades. En Túnez, además de fosfatos, aproximadamente el 80% de la producción minera, existen yacimientos de hierro, plomo y cinc.
Las principales exportaciones de Túnez son los productos cítricos, el aceite de oliva, el vino, la sal, el azufre y los dátiles. El turismo es la segunda fuente de divisas del país y desempeña un papel muy importante en la economía contemporánea del país.
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