A partir de su exagerada puerta monumental, Mahdia se organiza con sencillez en virtud de una geografía determinante: dos calles más o menos paralelas recorren la estrecha península a lo largo, abriéndose en adarves ramificandose contínuamente.
Madhia es una buena opción para evitar las saturadas poblaciones costeras de Hamamett y Sausse.
Se agradece que los hoteles turísticos estén alejados del corazón de la ciudad y que todavía no haya llegado la fiebre turística de sus hermanas costeras.
Madhia está rodeada por el mar por tres lados distintos.
Ofrece paseos formidables por su costa y en su punto más al este cuenta con algunas ruinas y un cementerio en el cual sus muertos nunca hallarán una calma tan serena como la de reposar junto al Mediterráneo, sin más ruido que el de los remos cuando las barcas parten mar adentro.
Madhia fue la primera capital del califato de Fátima en el siglo X. Su medina todavía conserva su atmósfera medieval y, aunque poca cosa ofrezca, es una auténtica delicia merodear por sus calles empedradas.
Esta ciudad fué construida en una península estrecha que sobresale del Mediterráneo, Mahdia disfruta por tanto de una posición fácil de defender.
Se le dio ese nombre por al-Mahdi, fundador de la dinastía Fatimid, quien la convirtió en su capital de 921 a 973. Un siglo más tarde, sirvió como refugio de los Zirids cuando su capital Kairouan fue invadida en 1050.
Su antiguo puerto, el cual dicen que fue excavado primeramente por los cartagineses de la antigüedad, es usado ahora únicamente por los botes de pesca locales.
El área que lo rodea es un cementerio musulmán, lo que explica por qué no se ha convertido en una marina para los rebaños de turistas que se congregan en los centros turísticos de la playa al norte del pueblo.
La posición estratégica de Mahdia también era apreciada por los turcos que construyeron el fuerte "Borj el-Kebir", en el siglo XVI, en la colina con vista al antiguo puerto.
Las murallas de la ciudad han desaparecido pero esta monumental entrada-fortaleza llamada "Skifa el-Kahala", que defiende la ciudad en la base de los istmos, afortunadamente se ha preservado.
Sólo hay un par de hoteles en la medina, los demás están a las afueras y están dedicados principalmente a los Marsans, Halcón y compañía.
Tanto El Jazihra como El Medina, en el corazón de la ciudad, tienen precios razonables y suponen un lugar de descanso ideal si llevais la mochila demasiado tiempo sobre la espalda.
Ocupando el angosto Cabo de Africa, Mahdia ha sido siempre un punto estratégico por su posición geográfica. En la actualidad se puede recorrer esta villa dando un agradable paseo en el que, no tardando, aparecerá su Gran Mezquita, construida en el año 921 fue la primera realizada por los fatimíes. Posee una entrada con un porche monumental que recuerda a una fortaleza, la Sala de Oración cuenta con nichos a los lados típicos de la arquitectura fatimí y su mihrab es una reconstrucción del edificado por los ziríes del siglo XI.
Después de la Skifa el Kahla, oscuro pasadizo, es una puerta que pretendía asustar e impresionar a la gente que accediera a la antigua ciudad y que, en la actualidad, está ocupada por un animado zoco.
Un poco más allá se encuentra el Museo del Tapiz donde se puede ver una colección de vestimentas tradicionales y los instrumentos de necesarios para confeccionar este arte. Horario: de 9.00 a 12.00 h. y de 14.00 a 17.30 h. Cerrado los lunes.
También resulta interesante el Museo de la Artes y Tradiciones Populares alojado en una casa típica de la burguesía de la ciudad en la que se puede contemplar los objetos y enseres utilizados por ellos.
Por último se puede visitar el Borj el Kébir, del siglo XVI, una fortaleza que cuenta con salas abovedadas y desde la que se pueden disfrutar excelentes vistas. Horario: de 9.00 a 12.00 h. y de 13.00 a 16.00 h. Cerrado domingos y festivos. Resultan interesantes también las tumbas chiitas del siglo X, y en los alrededores, los Mausoleos de Ksar Essaf, la necrópolis púnica de El Alia y el Cabo de Butria.
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