Túnez está ubicado en un territorio sobre el que se han ido acumulando las expresiones artísticas más importantes del Magreb. Desde tiempos muy remotos han convivido la cultura de los habitantes del desierto con la cultura clásica del Mediterráneo oriental y, desde hace más de cien años, con la de Europa Occidental. En Túnez quedan restos de diferentes épocas y culturas, principalmente del período romano.
Prehistoria
Además hay restos prehistóricos del periodo Capsiense, siglo VI-V con restos de distintas épocas y cultura en la ciudad de Gafsa, asimismo repartidos por todo el país hay monumentos similares a los del ámbito Mediterráneo occidental.
Epoca Cartaginense
El hecho de que la cultura y el arte cartaginense sean pocos conocidos debe atribuirse a la destrucción de Cartago a manos de los romanos. Sólo han podido recuperarse sarcófagos, estelas funerarias, máscaras de arcilla, ánforas y ornamentos, todos ellos encontrados en mausoleos subterráneos. En la mayoría de estas piezas no se reconoce un estilo propio sino que se trata de expresiones influidas por las culturas más dominantes como la egipcia o la griega. Sobre los ritos cartagineses se sabe que las familias nobles sacrificaban sus primogénitos a los dioses Ball Hammon y Tanit para calmar su ira. Ente las construcciones más importantes de esta época se encuentra el Santuario de Tofet, "Tophet", situado en la antigua ciudad de Cartago y el mausoleo líbico-púnico en Dougga. En el Museo Arqueológico de Cartago se exhibe una importante colección de estelas púnicas, sarcófagos, joyas, amuletos y cerámica.
Época Romana y Bizantina
Durante la época del Imperio Romano, en Túnez predominaron los modelos clásicos, tanto en la arquitectura como en las artes plásticas. Las Basílicas cristianas de Bulla Regia, el Capitolio romano en Dougga, el anfiteatro en El Djem, las Termas de Antonino en Cartago, el foro de Sbeitla y otros muchos asentamientos, dan testimonio de aquellos tiempos. Cabe destacar, como algo propio del suelo norteafricano, la espontánea expresión de los mosaicos decorativos, la mayor parte de los cuales se pueden contemplar en el Museo Nacional del Bardo. La herencia bizantina se aprecia sobre todo en las ruinas de fortificaciones e iglesias de planta basilical y en los mosaicos funerarios que en aquel tiempo habían perdido ya la ligereza propia de los mosaicos romanos.
La Epoca Islámica
Los aglabitas iniciaron en el siglo IX una época de florecimiento de la cultura árabe. Mientras que para la arquitectura exterior de las mezquitas se buscó conscientemente la sencillez, se puso un gran interés en la decoración de las superficies interiores: dibujos geométricos o trazos ornamentados con suras, enseñanzas del Corán, adornaban las paredes y las columnas. Entre los tesoros artísticos de Túnez se cuentan los numerosos nichos de oración mihrab, adornados con azulejos, el púlpito de madera de la mezquita de Sidi-Okbar, en Kairuán, la Gran Mezquita, conocida como la de Aceituna, en Túnez, los Ribat -fortalezas- de Susa o Sousse y Monastir, entre otras muchas obras más. En cuanto a creaciones civiles de los aglabitas destacan los acueductos y las piscinas de Kairouán.
En el siglo XII y XIII se impusieron las tendencias artísticas andaluzas o moriscas. Los arcos de herradura y las bóvedas con estalactitas y adornos de azulejos vidriados fueron incorporados a la arquitectura tunecina. Un ejemplo de este estilo es la Mezquita de Kasbah o la primera Medersa, la escuela islámica de teología y derecho, así como de ciencias naturales y literatura que funciona en la actualidad, en Túnez. A excepción de las mezquitas otomanas de cúpula y minaretes octagonales introducidas en el siglo XVII por los turcos, en los siglos siguientes no aparecieron nuevos elementos estilísticos. A partir del siglo XIX se realizan construcciones de catedrales de estilo oriental en Cartago y Túnez.
Literatura
Como consecuencia del dominio extranjero durante muchos años, en Túnez no se desarrolló una unidad política o cultural, lo que hubiera podido dar origen a una literatura beréber. Sin embargo, personajes importantes de origen africano escribieron en latín, como Lucio Apuleyo, autor de la novela satírica "El Asno de Oro y la Metamorfosis", del siglo II; el padre de la Iglesia y Obispo de Cartago San Cipriano, fue el autor de varias obras apologéticas, en los años 210-258, así como San Agustín, Obispo de Hipona, antigua ciudad cartaginense en Argelia, en 354-430.
Como creaciones propias existen cuentos y poemas épicos transmitidos de forma oral, que a pesar de centrarse en temas árabes, incorporan elementos autóctonos introducidos por los propios narradores. La literatura contemporánea ha estado mucho más marcada por el signo de lucha de la liberación. Desde la independencia, numerosos temas literarios tratan del pasado tunecino o de la actualidad de la nación.
Música
La música popular tiene su origen en antiquísimas tradiciones y se interpreta con flautas, trompetas y unos tambores planos fabricados con piel de cabra. Un instrumento parecido a una cornamusa acompaña con frecuencia las temperamentales danzas de los beréberes.
La música maluf es una versión hispano-árabe de la música artística oriental musulmana, introducida por los refugiados andaluces que llegaron a Tunicia en el siglo XVII y es la más representativa de Túnez. Los conciertos se realizan organizados en un programa y el maluf está compuesto por una serie de ritmos que se repiten siguiendo el mismo orden, a cada uno de estos programas se les llama nawabh. La música se ejecuta según una antigua tradición con instrumentos como el violín, el laúd, las panderetas, la gaita, el tambor, la cítara, pequeños timbales, flauta y daburka. Las piezas vocales se ejecutan en coro y utilizan tanto el idioma árabe literario como el dialectal.
Arte Popular
El profundo sentido de la tradición ha mantenido vivo el arte popular del país, a pesar de la introducción de técnicas modernas. Como sucede en todo el ámbito islámico, en la artesanía de Túnez la ornamentación de las superficies desempeña un papel muy importante. Objetos maravillosamente tallados en oro, plata o madera, las mantas, las magnificas y apreciadas alfombras o cualquier superficie disponible se resalta con diseños arabescos o dibujos geométricos como se puede apreciar también en los tapices.
Entre las actividades manuales más antiguas se encuentra la fabricación de alfombras y la alfarería. Los centros más importantes de la alfarería y cerámica se encuentran en la Isla de Djerba y en Nabeul, respectivamente. En cientos de talleres se fabrica diversa cerámica y numerosos objetos de barro sin cocer. En su mayoría, los jarrones, jarros y azulejos, todos ellos se realizan siguiendo modelos antiguos en los que imperan colores como el blanco, el azul, el verde y el amarillo, todos muy característicos de Túnez.
No se puede olvidar tampoco el excelente trabajo que se realiza con el cincelado del cobre, una antigua tradición realizada con perfecta precisión.
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